Desde que era una niña, Aurora Coronado Ugarte, entendió que, para curar la mayoría de los males del cuerpo, solo era necesario recurrir a la chacra de sus abuelos para tomar una planta, prepararla y así aliviar el dolor, pero poco después también comprendería el peligro al que se encuentra expuesta aquella biodiversidad, y sus conocimientos heredados.
Para Aurora vivir su infancia con sus abuelos en Huanta, Ayacucho, le otorgó conocimientos ancestrales en el uso de plantas y animales, los cuales habían sido identificados con un alto potencial curativo, y eran procesados y utilizados en quienes más los necesitaban. “En Huanta aprendí a usar la menta, la muña, el marañón. Yo recuerdo que mi abuela nos daba la hierbabuena chancada en caldo, en las mañanitas, y decía “ya todos a purgarse” y era para los bichos. Hasta ahorita yo cuando hago mis ensaladas pico mi hierbabuena para los bichos”, comenta. Con el paso de los años, Aurora descubrió que muchas de las cosas que ella conocía podrían desaparecer algún día, sino son protegidas y preservadas a tiempo, por ello integró la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú (FENMUCARINAP).